Miguel Ángel. Adán y Eva, Capilla Sixtina, 1509- 1510 / Pipilotti Rist. Homo sapiens sapiens, 2005
Carolina Laynez señalaba la importancia de los mitos como explicación de fenómenos y acontecimientos desconocidos generadores de miedo y angustia. Sobre cómo surgió la humanidad, la Biblia nos relata una historia bien conocida. Nos interesan los papeles que se han asignado a la figura femenina y a la masculina en relación a la divina, al medio y a los símbolos del bien y del mal. Antes de hablar del mito como origen de la condena de la mujer en el catolicismo, habría que ver cómo se desarrolla la historia y cómo ha sido representada.
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diciembre 5, 2007 a 2:17 pm
kanlle
Al igual que al grito de un bebé no le sirve de nada estar en el plano de lo real, en cuanto necesita a una madre que se lo lleve hasta lo simbólico para poder alimentarlo o quererlo, parece que con el concepto MUJER ocurre algo similar: ¿Qué significado tiene “mujer” en lo Real? Y es que vista a pie de calle los demás la entienden completa, llena de adjetivos relacionados con Venus y la Luna.
Sin embargo, ¿cómo se percibe una mujer? A mí se me ocurriría un cuadro de Chagall, o a un relato de Cortázar.
Pero… ¿Y desde omnipresente ojo de lo simbólico? Quien la ha estado sosteniéndola todo este tiempo frente al espejo? Madres, padres, abuelos y demás personal, cada uno con sus leyendas y sus retinas.
Todo esto supondría un choque con el nombre y con el objeto nombrado; una ruptura entre Significante y significado y por supuesto una apertura al inconsciente.
¿Cuál es el significante de mujer? Madre, esposa, amante, estudiante, camionera….
¿Pero cuál su significado? Madre (dependiente) Esposa (de su casa) Estudiante (responsable) Camionera (poco femenina)… por ejemplo.
Y es que precisamente nuestro propio nombre nos lleva a una psicosis que empieza desde que el Otro que nos sujeta, nos nombra y nombra a las otras.
“Esa es una mujer, peor no soy yo” “Las mujeres x son x, yo lo no soy”…
Y así hasta la eternidad de círculos viciosos y viciados, entre lo que soy y lo que no soy, es una especie de cuestión histérica, ya que eludimos el deseo o cualquier definición que busquemos tras los tópicos “todo o nada” “ mujer u hombre” es absurda y fragmentada. Y como duele la fragmentación, sobre todo cuado todos los demás piensan, y por qué no, proyectan su deseo de complitud en ti, en todos lo demás, (“Yo no estoy completo pero tú sí”)
Luego llega la confrontación; la necesidad de algo con lo que compararnos sempiternamente; “no te sientes así, sé una señorita, no puedes ir así a la calle, has de recoger la mesa, qué van a pensar de ti” y la falta de armonía entre tu Yo y ese Yo que parece que todos tienen tan claro te hace que en los cuestionarios aparezca un asterisco que diga “Bajo nivel en el rol femenino” ¿y eso? No cumplir con el ideal que la sociedad impone es peor pecado que conseguir un rol de mujer al que poder acercarse y alejarse a antojo.
Y es más que nunca una cuestión psicótica, desde el punto de vista del fallo de lo simbólico; ¿cómo romper esos roles y seguir siento femenina, mujer? Por un lado creadoras de vida y cuidadoras de la familia, por otro, siniestras y brujas… He aquí la cuestión de la fragmentación.la histeria deja de ser una cuestión de mujeres, y se convierte en un asunto del Sujeto.
Así, la fragmentación comienza a normalizarse, a entenderse desde lo simbólico, a superar lo que dicen los demás que debemos ser sin traumas… pero quizás ese Otro masculino, asustado por la competencia, y perteneciente aún al registro de lo Real.
Caye.
febrero 20, 2008 a 11:34 am
Parapluie
Por lo que respecta a la creación de la mujer por parte de Dios, sobre el cómo lo relata la «Bliblia», quiero compartir una curiosidad que descubrí hace un par de días (y que todavía no he comprobado, debo confesarlo).
Leyendo el libro «Maltrato, un permiso milenario» de las autoras ANA KIPEN y MÓNICA CATERBERG; me topé con estas palabras directamente citadas de la «Bliblia»:
«Creó, pues, Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó» en Génesis 1,27.
A dicha afirmación las autoras comentan la neutralidad del término hombre designando tanto al género masculino como al femenino.
Quería hacer simplemente una apreciación sobre algo que me sorprendió.