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Un comentario anónimo deja una pregunta en el blog anterior que merece un post:

«Suponiendo que en algún momento la humanidad pudiese diseñar y construir máquinas con forma, aspecto físico, inteligencia pensamientos y sentimientos tan semejantes a los humanos que no habría forma de distinguirlas de sus creadores, y dejando a un lado el tema del alma, ¿Importaría acaso enamorarse de una máquina?«

Esto ya está ocurriendo… Lo vimos en el post sobre las muñecas de compañía en Japón: sex dolls. La ciencia sabe que la fantasía nos lleva a imaginar un objeto amado programado para satisfacer. Como dice el autor del blog ciencia e independencia: «todos los maridos hemos secretamente deseado un control remoto con el importante botón de «MUTE» para callar a nuestras esposas de vez en cuando, (y supongo que las mujeres desean uno con un botón de «quédate quieto y escucha atentamente» para nosotros)». David Neil Lawrence Levy (1945, Londres) quiere sacarle partido. David Levy comenzó su carrera científica diseñando programas de inteligencia artificial para jugar al ajedrez. Actualmente trabaja en el desarrollo de la Inteligencia Artificial en robots que tendrán lo que llama conciencia artificial. Es autor del libro Amor y sexo con robots (2007). El siguiente vídeo es una entrevista de Riz Khan a David Levy sobre ese futuro donde viviremos con robots como otro ser vivo más. Como está en inglés, hago un resumen de cuatro ideas básicas:

– En cuestión de algunos años nos acostumbraremos a vivir con robots como acompañantes, amigos, amantes y cónyuges. Aunque esto pueda producir rechazo en países de tradición católica ya empieza a ser una realidad en Japón. EE.UU será el próximo en absorber esta tendencia.

– Los robots tendrán emociones artificiales y conciencia artificial. Reaccionarán de forma tan similar a un humano que apenas habrá diferencia, con una gran ventaja: EL ROBOT ES PROGRAMADO.  Esto quiere decir que si un hombre desea tener varias mujeres androides, éstas serán programadas para aceptarlo y no mostrarse celosas. (Curioso ejemplo, no??) El andoride será programado con características simillares a la persona que lo adquiera y tendrá un bagaje de conocimiento común (NARCISISMO, O QUÉ?).

– El miedo a que los androides tomen autonomía y se rebelen no es ciencia ficción. Hay que trabajar en ello.

– Algunos de estos avances desarrollan con financiación del ejército.

David Levy dice (lo cree??) que es una manera de diseñar humanos más amables, amistosos que nos darán amor y nos permitirán sentirnos felices.

 
 
 
 
 
 

 

www.androidworld.com

David Levy augura un futuro de matrimonios y robots humanos. (La Flecha, diario de ciencia y tecnología)

Sex and marriage with robots? It could happen. (msnbc, Charles Q. Choi)

 

Enoeda nos dejaba un comentario con el siguiente video que me animo a colgar. La enfermera enana interpretando «Me enamoré de un robot».

 

 

 

Son muy bonitas, cuerpos ideales de silicona de imágen delicada y sensual a la medida de fantasías masculinas. El señor del vídeo, que vive con muchas de estas muñecas expresa su incapacidad para amar a las mujeres reales; dice que las muñecas no te engañan y que de esa forma puede poseerlas 100%…

Elena Dorfman fotografía personas que han decidido satisfacer sus necesidades de compañía y de relaciones sexuales con muñecos hiperrealistas en su proyecto Still Lovers. Supongo que tiene muchas ventajas no tener que hablar con «tu compañera», que nunca te moleste ni se queje o pida algo. Un cuerpo sin otras necesidades que las que proyectemos sobre él, inmortal, invariable e inmóvil pero a la medida de nuestras fantasías y caprichos. Hoy se decía en el curso de ADERES que el intercambio con otros es el fundamento del ser humano, que nuestras relaciones sociales nos configuran como individuos, y que sin amor no se puede construir un lugar propio… Pero claro, ese amor es siempre insatisfactorio en alguna de sus facetas o nos ahoragía en su completud anulando el deseo. Y nosotros inventamos robots, autómatas, muñecos, animales domésticos y tantos otros artefactos para asegurarnos el control sobre aquello que necesitamos, simular nuestra satisfacción y distraernos sobre nuestras dificultades para relacionarnos piel a piel en un mundo telemático…